Amanezco demasiado pronto. Antes de las 06:00 am me calzo los auriculares inalámbricos y enciendo la radio. Sé que no es bueno pero me confieso adicta.

Vivo a 17 km de la gran urbe, Barcelona, en un pueblo que se llama El Masnou. Los de aquí, al mirarla desde fuera, la llamamos Mordor, por el sombrero negruzco y espeso de polución que suele adornarla. Estamos en Europa. Estamos en campañas electorales por elecciones municipales en una buena parte del territorio español y elecciones europeas, cruciales en general, dramáticas en ciertos casos particulares como Reino Unido.

La elección municipal en Barcelona está más que reñida entre partidos de izquierda que sin embargo no se pueden ver. El factor independentista opera una distorsión importante y en público todos los candidatos abjuran de todos. La ecuación imposible deja al ciudadano huérfano de un sentido común construido en la nube de la política y no tiene más remedio que creer en sí mismo, construir su propio sentido común, que como me dice un querido amigo, es el menos común de los sentidos.

Desde hace una semana, los periódicos traen en portada que las alianzas de izquierdas (sea esto lo que sea) triunfarían en la mayor parte de los municipios en disputa. Lo que importa son los programas y sobre todo lo que realmente podrán hacer una vez en el poder.

El municipalismo, palabra larga y difícil como un trabalenguas, habrá llegado para quedarse. Las ciudades atraen cada vez más personas que llegan en busca de oportunidades. La ecuación es perversa. Otro trabalenguas, la gentrificación es un hecho; el ciudadano se hacina y sufre. Pero se ha de tener claro que la ciudad, cada vez más y de modo irreversible, es el lugar de las oportunidades (sean estas las que sean).

El domingo 12 de mayo el periódico El Pais publicó El desafío de las ciudades, un especial donde se plantean los temas reales de la gestión municipal y urbanísitica; pero también los motivos por los que volver a enamorarnos de nuestras ciudades. “¿Qué es una ciudad?” le preguntan a Ricy Burdett, del Departamento de ciudades de la London School of Economics. “Mezcla, no vamos a ellas porque estén limpias o para hacer una sola cosa”.

Saskia Sassen socióloga experta en ciudad global, explica los cambios desde el punto de vista económico. Desde la Guerra Fría hasta hoy, aclara que a una fase keynesiana sostenida por la producción y el consumo en masa, posible gracias al trabajo que la construye, sigue una fase de financiarización, la actual, en la que el trabajo es expulsado de la ciudad, convertida en centro financiero, donde la riqueza se produce por la especulación y no por el trabajo. “Las clases media y trabajadora han visto cómo los empleos más importantes abandonan las ciudades”.

Mientras tanto Richard Sennett, el marido de Saskia Sassen, el sociólogo humanista, el Ken Loach de la sociología, tiene en la mesa de novedades de las librerías Construir y habitar. Ética para la ciudad. (ed. Anagrama) que dedica justamente a Ricky Burdett. La evolución de las ciudades desde el ágora griega hasta hoy y cómo serán las ciudades del futuro en un enfoque interdisciplinar que cruza arquitectura historia filosofía psicología social. Sennett viene dedicando su vida a pensar los efectos sobre el humano de vivir en urbes, con títulos tan expresivos como La corrosión del carácter y El respeto.

Mientras que en España, el resultado de las elecciones generales y lo que se espera de las municipales, indican la recuperación del poder por parte del centro izquierda cosa que se vive como un freno al avance angustiante de la ultraderecha, que sin embargo logra 24 escaños en su congreso de los diputados, Europa tiembla porque la mecha discursiva de la ultraderecha prendió con fuerza.

En materia europea, parece que la Primera Ministra Theresa May lo dejará mañana y que el malamente frívolo Nigel Farage será el más votado a las europeas con un partido al que nombró Brexit Party.

Cualquiera en su sano juicio se tira de los pelos y no entiende nada. ¿Pero no nos estaban contando que los británicos entre arrepentidos y enfadados, pedían a gritos un nuevo referéndum? Seguramente hay quienes lo puedan explicar. Yo me atengo a un film, Brexit, the incivil war, en que no solamente se expone de modo escalofriante la manipulación a los británicos para lograr el si a la salida de Europa en un referéndum en 2016, sino que nos cuenta cómo somos manipulados todos todo el tiempo.

Después de verla quedé paralizada. A mi me quedó meridianamente claro que cada vez que uso mi teléfono que cada vez que me olvido de apagarlo por completo, por lo menos por las noches, estoy regalando información. Gratis no existe, es el nuevo credo y parece ser aterradoramente cierto. Lo peor es que es difícil de explicar en un eslogan y ellos lo saben.

La noticia importante para España por lo menos es que el gobierno que se constituya durará 4 años idea que puede contribuir a aplacar los ánimos tan exaltados y distorsionados de la campaña electoral.

Veremos qué nos depara el viernes 24.

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