Ninguna de las ideas políticas de Albert Rivera son de centro. La actitud de Albert Rivera no es de centro. La voracidad de poder de Albert Rivera lo aleja del centro que lo parió.
El IBEX 35 no es de centro. Ningún sistema financiero complejo internacional es de centro. El capital por definición, busca el máximo beneficio a cualquier precio.
Cuando la banca y la patronal de empresarios CEOE pide públicamente una alianza entre partidos, aleja a esos partidos del centro político. Porque no hace falta destacar que el sistema bancario y la patronal no son de centro.
Sólo la ciudadanía a través de elecciones o una presencia fuerte en las calles puede bajar el copete a un político atacado de soberbia. Son los que pueden recordarle la sabiduría romana de antes, no de Salvini, de “sic tránsit gloria mundi”.
Albert Rivera está encantado de si mismo porque no tiene romanos alrededor; aunque debería fichar alguno. Debería ser honesto consigo mismo y con la ciudadanía. Debería reconocer que ganó 25 escaños más en el Congreso de los Diputados porque traicionó un pacto de facto con el Partido Popular y le mordió los garrones por la derecha, siempre en riesgo de pisar la tiza.
El partido Ciudadanos tendrá en la próxima legislatura 57 diputados porque vio y aprovechó la oportunidad de masacrar al PP; olió sangre sobre la marcha y atacó, actitud propia del predador. Y ganó. Ganó el legítimo derecho de reclamar ser el líder de la oposición, ese lugar que ocupaba, incómodo, el PP. Y es el que por muy pocos votos continúa siendo del PP de Pablo Casado.
Cuando Rivera insuflado, extasiado de si mismo, reclama ese lugar para sí, está reclamando ser el nuevo líder de la derecha en España.
Y yo creo que hace bien. Se lo ha ganado a pulso mientras se alejaba consciente del centro que lo inspiró, que le dio vida política y gran notoriedad.
Y tiene por delante una tarea difícil; reconstruir la derecha pura dura y honesta.
Buena suerte Albert Rivera.