Pedralonga, de aquellas piedras, estos vinos.

Siete hectáreas y media sobre todo de Albariño, con la viña de Mencía, Caíño y Espadeiro en la puerta de la bodega que es también la casa. Estamos en Rías Baixas, sub zona del Salnés, donde el suelo es todo arena y en este terreno en particular, te encuentras a 40 cm con la pedra longa. Para civilizar este territorio, donde se instalaron los Alfonso Fontán hace 30 años, hubo que dinamitar la piedra, en ciertas partes, para poder plantar. Qué valor! Me maravillan las personas que pueden mirar un terreno complicado y tener la clara convicción de que ahí podrán sacarle vino a las piedras. Y claro está que me espantan las que tienen la prepotencia cerril, de ver un territorio virgen e imaginar una intervención urbanística depredadora.
Las variedades tintas, decía, están a nivel de la casa, las viñas destinadas a pie de cuba, subiendo, a mitad de la cuesta, y la joya de la corona, en lo más alto, forma ahora que es verano, un manto largo, ancho, mullido y refrescantemente verde, de viña vigorosa de Albariño.
Interesante resulta la adaptación de la Mencía, que no está en su hábitat natural, más claro en la Ribeira Sacra y aun más en el Bierzo. La Espadeiro sin embargo no está tan contenta, mientras que el Caíño está en su salsa.
Lo constatamos en bodega, probando de las tinas de inox -aquí no hay madera- excepto para una marca de Albariño, y fue la cosa más refrescante que pudimos probar. Tinto do Umía, mi debilidad, en su añada 2012.
La Mencía, 60%, al loro en Rías Baixas, hace muy buena yunta con el Caiño, y resulta un vino vertical de una picardía austera acaso reflejo de algo del espíritu gallego de Miguel, aunque fue su padre el que insistió desde el principio en plantar las tintas, por sus reverendos cojones.
Los vinos de Pedralonga tienen la elegancia y complejidad exactas, mezcla del carácter fuerte y duro que hay que tener para aguantar el trabajo en la viña y el minifundio mental que también campea, con un toque justo e imprescindible de mundanidad. Así sentí el Albariño 2012 y así siento el Vendetta, contundente declaración de principios. Se deja el vino hacer muy lentamente, dos años en un depósito de inox que conserva la temperatura baja y tiene unas paletas, que mueven al vino acariciándolo muy suavemente, una vez por mes, siempre en luna menguante, nunca creciente, nunca con borrasca.
Pedralonga es una bodega familiar en el sentido estricto de que la trabajan Miguel y su padre, y podría decir de una tradición en update constante, porque aplican el conocimiento acumulado en las generaciones, sin caer en que todo tiempo pasado fue mejor.
El abuelo, personaje recurrente en el relato y muerto hace muy poco, hacía la cama de meda o de merda? a las vacas. Preparaba un lecho cómodo de paja donde el animal se echaba, descansaba y hacía caca. Se levantaba y el abuelo cubría esa capa con otra de paja y así varias veces. Al lograr un alto suficiente, se retiraba y se aplicaba a la viña y demás árboles. Hacía deliberadamente un preparado biodinámico? Que él supiera, no. De esta sabiduría telúrica Miguel está bien alimentado y también tiene claro que quiere el mejor resultado, vinos de beber, sin defectos ni extravagancias. Dispone del conocimiento técnico y la sensibilidad para no aplicarlo
La conversa con Miguel recorrió asuntos como las culturas del territorio y políticas y cuestiones que derivan claramente de la idiosincracia gallega. Una parte de ésta se vincula con este minifundio mental, con problemas para querer y quererse. Pero sentidos desde afuera, como es mi caso, siento que son gente que domina y ama su territorio y tiene una preciosa capacidad para contarlo y enamorarte. La cadencia del cuento es como de lamento…el blues del gallego sangrante.
Discurríamos por estos asuntos de almas en pena catando cosas que sin embargo no hacían más que tenernos contentos cuando el encuentro se interrumpe abrupto, al abrir la puerta un hombre veterano y fuerte, hecho un torbellino, sudado y engrasado, claramente preocupado. “Vamos Miguel, acompáñame que se me ha roto el tractor!”
Todo un carácter el Sr Alfonso y también su hijo. Y así son sus vinos.

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1 comentario

  1. Buena descripción de vinos y personas, sentida y real. Así pude vivirlo en su día, hace ya un par de años. Eso, y muchos detalles de la charla que seguro guardarás porque no hace al caso publicarlos, no por falta de valor, riqueza y sentido.

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