Sara Pérez

Hay una parte importante de personas que puede pensar que ser irreductible, es decir negociar muy poco o nada con la realidad y sobre todo en los tiempos que corren, es un lujo, algo que se puede permitir quien puede y no quien quiere. Sin embargo esta puede ser una versión simple de las cosas. Por supuesto que hay quienes están mejor posicionados para la intransigencia, y qué vamos a hacer ¿culpabilizarlos por ello?

Sara Pérez ha tenido el camino medio hecho, como la gran mayoría de vigneron menores de 40 años en este país, pero le ha dado un giro filosófico y creativo muy grande al legado del padre, José Luis Pérez. Como en todos los casos de personalidades fuertes, lo enfrentó y después de algunos años yendo de aquí para allá volvió a casa pero con condiciones. Básicamente estas condiciones se dan entre toda familia de vigneron de fuerte carácter, el padre sale de la bodega y el hijo o la hija entra. Es el caso por ejemplo de Domaine Gauby, creadores de grandes vinos del Roussillon. Bien. Es un modelo inteligente de convivencia.
Por supuesto que detrás de esto vienen los comentarios de vamos a ver cómo lo hace el hijo porque lo del padre era la hostia, y aquí vamos de nuevo. La carga tremenda de la generación anterior, para bien o para mal. Cargamos con el petate familiar por los siglos de los siglos y es tal la energía que tenemos que invertir para diferenciarnos que a penas podremos agregar algo nuevo. Ambrose Bierce hablaba de matar al padre en sentido figurado en el Club de los parricidas y proponía maneras truculentas de hacerlo. Y los Yanomami, tribu en vías de extinción en el Amazonas venezolano, queman a sus muertos y luego se comen sus cenizas con plátano para que no quede nada de ellos y así poder entrar libres y ligeros de equipaje en el Paraíso. Los occidentales, más atávicos, tenemos problemas con el desapego.

Sara Pérez es una mujer fuerte y decidida que tiene pinta de arremeter con todo lo que se le cruza por el camino y de llevar a cabo aquello de lo que está convencida, y transmite en la conversación, que la inspiración y la fuerza creativa le vienen del útero, lo que la convierten en un ejemplar aún más duro de pelar. Sara está haciendo, no sé con qué grado de consciencia, de su condición femenina la fuerza creadora total. Estábamos sentadas en una de sus fincas a unos 500 metros de altura, el sol pegaba lo justo y había traído en un baldecito de lata, una botella con una garnacha fresca y dos copas. Hablamos y hablamos, o más bien habló y habló y pasaba sin solución de continuidad de hablar de las viñas y la vida en equilibrio del viñedo, a sus hijos, sus partos y la forma de convivencia que lleva, tanto en familia como en sociedad (con su marido René Barbier Jr. acaban de desescolarizar a sus hijos).

Sin que yo se lo preguntara en un determinado momento me dijo yo si no hiciera vino tengo claro que sería comadrona. Quiero traer niños felices al mundo porque ahora sé hacerlo y ayudar a que vengan otros de la manera más natural posible. Y cuando cuenta, paso a paso, el parto de Gaya, su tercera hija, crece, se hace fuerte, se le iluminan los ojos, es fuerza exclusiva y arrolladoramente femenina. Tan es así, que se podría pensar que Sara se está convirtiendo en una unidad autosuficiente.

Esta fuerza es la que la determinó en 1996 a empezar el proceso de reconversión de los viñedos de la familia. Al principio con su hermano fue duro sacar adelante las dos o tres primeras añadas porque todo era experimentación. En el campo el mismo proceso experimental les fue indicando qué hacían bien y qué había que corregir y a la séptima primavera de este proceso, dice, todos los nichos ecológicos estaban cubiertos y se podía sentir el ruido de los bichos y ver en acción el medio biodiverso que habían logrado recuperar.

Pero además Sara es una militante del uso exclusivo del corcho natural y del respeto absoluto por el agricultor que pasa por no pagar 20 céntimos de euro el kilo de uva. El ciclo incluye el campo pero va más allá y se instala en una visión global que parte del campo, pasa por los productos con los que trabaja, la manera de llegar al mercado. Esta es la filosofía Sara Pérez, para algunos la que dibuja uno de los futuros posibles para Priorat. La que revolucionará o resignificará lo hecho por la generación anterior, que venía de la escuela francesa de Burdeos y trabajaba sobre todo con la Cabernet. La suya es la revuelta armada con Garnacha y Cariñena, la práctica de la viticultura natural que produzca casi en exclusiva vinos de finca y la consciencia de un comercio justo.

¡Notable! Si este es uno de los caminos, ¿quién puede negarse?
Y aunque es cierto que no es posible que todos hagan lo mismo, queda claramente establecida una tendencia. En las pasarelas de la viticultura lo que hace Sara Pérez tiene un lugar bien ganado.

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Post escrito para el blog de Tast amb Llops.

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10 comentarios

  1. Antes teníamos una charla en mi blog y ahora quería expresar aquello que insinuaba allí. Conste con meridiana claridad que no quiero aportar, con esto, un tema de debate o de discusión. Es sólo mi punto de vista. Leo la descripción del encuentro y, como lector, no puedo ni estar ni dejar de estar de acuerdo. Es el punto de vista de Sara que tú transmites. Como amante de la tierra del Priorat y de los vinos de Sara y de René, también de los vinos de sus padres y hermanos, entiendo y confraternizo con lo que se explica. Me identifico con todo, menos con una cosa: ya sé que lo que se cuenta aquí es y existe a partir de la experiencia de Sara. Y, claro, Sara es una mujer que vive con intensidad sus experiencias de mujer. Pero claro, que su proceso de metamorfosis de un tipo de identificación con la tierra y con lo que en ella se hace haya sucedido porque ella “es fuerza exclusiva y arrolladoramente femenina”. Y a partir de tal premisa, “esta fuerza es la que la determinó en 1996 a empezar el proceso de reconversión de los viñedos de la familia”, me hace sentir fuera de ese proceso. No hablo como hombre, hablo como persona que, al margen del hecho de ser madre (obviamente no puedo entrar en qué representa eso), se siente también muy identificado con esa fuerza que te lleva de vuelta a la tierra y que te hace formar parte de ella de una manera distinta a como había hecho en mis primeros años en el Priorat. En el post donde empezábamos a hablar, donde yo hablaba de Sara vamos, decía que ambos habíamos sufrido metamorfosis similares (sin contárnoslo nunca: yo me di cuenta hace un par de años de por donde iban los tiros…), ella como viticultora, yo como bebedor y amante de sus vinos. En ella es obvio que la fuerza que la mueve es exclusiva y arrolladoramente femenina. En mí, ¿es exclusivamente y arroladoramente masculina? Creo que no: creo que se trata de sensibilidades de personas humanas (como diría, en broma, Miquel Calzada, Mikimoto), que poco tienen que ver con su sexo y, en cambio, mucho con su sensibilidad y manera de percibir su relación con la naturaleza. O eres aliada y cómplice, dialogante con ella (caso de Sara) o eres dominador y usuario del monólogo déspota (tantos otros…). Me ha parecido que el artículo dejaba ese poso de reivindicación de género que, aquí, sinceramente, yo no veo. Pero claro, quien queda fuera de esa visión es un hombre. El que esto escribe…En fin, viernes santo.
    Joan

  2. Escribí , leí y releí el post antes de publicarlo porque no tengo intención de abrir un debate feminista. No he tenido nunca esta militancia, por discrepancias también de encares.
    Pero lo que sí tengo claro es que las sensibilidades masculina y femenina son diferentes, ¡aleluya!, complementarias a veces, otras no. Tenemos maneras diferentes de enfrentarnos y manejar las mismas situaciones.
    En todo caso aquí lo que quiero decir es que en Sara está claramente identificado por ella cuál es el orígen de su fuerza y donde está alojado, en el útero. Pero esa intensidad es incluyente del mundo entero. Desde su originalidad abarca, pare, crea, incluye. Lo incluye todo, ¿no? Es su discruso. “En la séptima primavera estaban todos los nichos ecológicos completos”… Te incluye a ti y a mi, que somos los que a través de esto y de bebernos sus vinos y contarlo al mundo cerramos un ciclo para que se vuelva a abrir otro.
    No puedo hablar por Sara pero me consta y por mi claramente, soy inlcuyente. Somos portadoras de vida, algunas lo concretan con hijos otras no, pero somos portadoras y esto nos convierte en seres únicos en este sentido. Tu preguntas si como Sara es arrolladoramente femenina, tu deberías serlo en el sentido masculino. No. Ella es ella y tu eres tu y yo soy yo. Cada uno con su naturaleza.
    Y estoy segura que tiene que haber una relación determinante o condicionante entre los ciclos femeninos y los de la naturaleza, de lo que no puedo hablar porque lo intuyo pero no lo sé.
    En cuanto al mundo del vino en general que yo vivo, si creo que es profundamente masculino aún y tiene sus explicaciones. El ámbito rural mantiene por más tiempo las estructuras sociales arcaicas; entiendo que todavía es normal, en una medida considerable, terminar las vendimias e irse al puticlub, por ejemplo.
    España es un país bastante reaccionario en este sentido, donde se producen mezclas explosivas de cacicajes populistas, nepotismos, catolicismo decimonónico, poca vocación por el cambio, venga de donde venga.
    Finalmente cuando tu dices “pero claro el que queda fuera de esa visión es un hombre”, me gustaría matizar y decir que el que siente que queda fuera de esa visión es un hombre… Porque entonces nos mantenemos en la subjetividad que es la que vale y la única que puede interpelarse para buscar porqué se siente excluida.
    Como siempre además, me importan estas conversaciones. Ninguno en este caso tiene ánimo agresivo o malamene provocador, todo lo contrario. Vivimos tiempos revueltos, todo está patas arriba, las identidades han sido puestas sobre la mesa de debate, todas. Las sexuales, las que se supone nos agregan las nacionalidades, las políticas. ¿Qué no está hoy en cuestión?
    Mi posición es la de arriesgarnos a dudar y caminar territorios desconocidos, tanto sociales como íntimos. Porque la relación entre los hombres y las mujeres es una tensión constante que no debemos soslayar sino disfrutar, atender y evolucionar.
    Todo dentro, nada fuera! Este es mi lema hoy.
    Un gran abrazo y me alegra que hayamos abierto esta conversación!
    Salut y felíz día del libro, tu gran amigo y aliado!

  3. Mi lema hoy es “soluitur ambulando”, todo se soluciona paseando!!! Es el de Paddy Fermor y cada vez me gusta más, es el de los Benedictinos que todo lo resuelven claustro arriba, claustro abajo. No olvidemos que sin Císter no existiría el Priorat que hoy conocemos!
    De todo el argumentario, debate, descripciones y comentarios lo que no me gusta, aunquepor supueso comprendo que la mayor parte de los seres humanos lo vean así, es la asociación entre “portador de vida” y “mujer”. Entiendo la vida como un proceso creativo y, ahí de nuevo, encuentro reduccionista que se asimile funfamentalmente a la mujer. La creación es cosa de Dios, si crees en Él, o de Darwin. Pero portadores, podemo serlo todos. Y por supuesto que no estoy hablando de progenitura.
    Ya terminé mi texto!!! Ahora, por seguir los consejos de Virgilio y de Horacio, voy a darle unos cuantos lametazos y recortes!
    Joan

  4. Estic impressionat de la vostra capacitat de dialogar. Tot i que la meva impressió és que la Malena vol estirar fils (i no precisament els de gènere) que el Joan intenta esquivar. I el joc és estimulant, perquè com a conseqüència s’esdevé un conflicte de tonalitats i mirades sobre un mateix objecte. La Sara ens va provocar (a Arts Santa Mònica vull dir), i eus aquí algunes petitíssimes contradiccions laterals. En tot cas, però, penso que en general encarna una posició força sòlida, un far que fa llum. Jo vaig sortir de la sessió de La Felicitat Possible refrescat i impressionat.

  5. Hola Oriol, efectivamente me interesa abrir el juego de la conversación. Siento que el vino justamente nos habilita a filosofar, a preguntarnos, a tornar compleja la conversación, aunque sea de vez en cuando.
    Por eso me encanta tu idea de La felicitat es possible, porque nos mete en esos territorios, que son finalmente los de la emoción, la búsqueda sensible, la pregunta con carga de profundidad. Si no, nos quedamos dando vuelta o llevando a la exasperación las mismas dinámicas, los mismos enfoques.
    La sociología del vino es fascinante. Hoy hablábamos en la mesa mientras compartíamos un “Leirana” que hace Rodri Méndez en Forja de Salnés, que tirando de estos hilos podemos llegar hasta la relación con la propiedad de la tierra en el siglo XVIII, las estructuras sociales y de poder, el desperecio por el trabajo agrícola y por el agricultor en pleno siglo XX, como me contaba hace unos días René Barbier. Preguntarle al vino puede ser uno de los caminos para recorrer las raíces sociales de esta España moderna.

  6. Abans que res…. agrair-te a tu, Malena, l’escrit sobre les passions irreductibles al Priorat…!!!!
    I…. ja que he obert (sense voler, ho prometo) una caixa de pandora…. que provoca obrir i tancar cercles i estirar-los en forma de “loop”… em sento pressionada a posar-hi remei….
    Què tal seguir dialogant al voltant de la felicitat possible en una taula (de menjar, eh?, rodona o no, però de cullera…)al Priorat tot obrint ampolles de vi que ens suggereixin viatges per la profonditat de l’ànima?????
    Jo poso la taula, la cullera i molts vins… qui posa les cadires?

  7. Que linda Sara:)
    Efectivamente eres una de las culpables sin absolución de esta magnífica conversa!!! Qué más!! Busquemos remedio a tu remordimiento;-) y sigamos abriendo conversaciones y botellas y bien anclados a les cadires entreguémosnos al buen comer, beber, filosofar y siempre, amar!!!
    Acabo de embalar totes les cadires de casa!!!
    Y propongo que sea cuanto antes mejor!!!
    Nos veremos todos este sábado en Tast amb Llops, el principal “culpable” de este encuentro contigo.
    Salut!!!! y a les cadires;-)

  8. Confesso que no sóc conscient d’haver volgut esquivar res!!! Però Freud i els seus lapsus existeixen…
    Jo crec que, al contrari, he entrat a fons en el tema de la felicitat possible i, consti, m’he contingut. Perquè les coses al món del vi sempre passen al voltant de la vida i de la mort i, és clar i com bé apunta la Sara, amb una taula i bon menjar pel mig!!!
    Ens emplacem dissabte per trobar on posar aquestes cadires!!!??? Jo, amb el permís de la Sara, potser fins i tot m’atreveixo a portar algun vi!!!
    Salut i vida!
    Joan

  9. Ahí está la vida, en la parte que no controlamos. Creo que estaría muy bien aplicarnos a la propia vida todo lo que venimos hablando sobre la práctica de la agricultura sostenible. Tener la capacidad de observarnos y no intervenir cada vez que pasa algo que no entendemos o que nos descoloca. Porque realmente sabemos muy poco de nosotros mismos. Somos un enorme misterio.
    Alguna vez Joan trajo a cuento en su blog un sistema de medir cuan bien contigo mismo estás. Una escala simpática que él puede refrescarnos mejor que yo.
    En mi caso particular hace tiempo que tengo la casa patas arriba. No me gustaba como estaba ordenada, me hacía sufrir y yo no me daba cuenta porqué.
    Hasta que me armé de valor y puse todo en cuestión. ¿Saben cuánto tiempo lleva resetear el alma y la vida y armar una nueva? Puf! Yo tampoco. Pero puedo decir que de eso se trata mi vida de un tiempo a esta parte, por ahí pasan las preguntas, teniendo un grandísimo cuidado de no caer en los reproches al pasado porque no lo podemos modificar. Pero si podemos hacer las pases con él. En fin, ven como se trata de filosofar y descubrir mejores ecuaciones vitales…
    Si Joan salut i vida! Bé dit!
    Una abraçada molt forta!
    Malena

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